Crea tu disfraz de Papá Noel: Complementos I


Cuando construirmos un disfraz de Papá Noel, hemos de tener en cuenta los siguientes complementos: una barriga, cinturón negro grueso, unas botas negras, un gorro rojo típico, una barba blanca, unas gafas redondas y un saco lleno de regalos. Todos ellos se pueden adquirir en mercadillos navideños, como el de la Plaza Mayor de Madrid. Por otro lado, es bastante posible que ya tengamos en casa alguna estas cosas. Pues bien, en este
post vamos a explicaros cómo elaborar vosotros mismos vuestros complementos.

En primer lugar, si no tenemos una barriga natural del tamaño de la de Papá Noel, deberemos hacernos con un cojín o almohada y anudarla a nuestro vientre antes de vestirnos. Para ello podemos emplear con una cuerda o un cinturón interior. Es muy importante que quede bien sujeta, pues de lo contrario se moverá y nos sentiremos incómodos.

Por otro lado, no todo el mundo tiene un cinturón lo suficientemente largo como para abarcar la barriga de Papá Noe: hemos de ser conscientes de que deberá colocarse exactamente en el ecuador de la cintura, precisamente a la altura donde el perímetro tripal es mayor.

Si prescindimos, por su precio, del cuero para confeccionar nuestro disfraz (es más económico comprar directamente un cinturón grande), la opción más recurrida es la cartulina. Podemos contruir una tira del grosor deseado con cartulina negra o marrón y dibujar ornamentos navideños con rotuladores de colores en torno al cinturón. Después, con una cartulina gris podemos dibujar una herradura grande (puede tener como forma cuaquier motivo navideño). A continuación, pegaremos la hebilla a uno de los extremos de la tira del cinturón.

Por otro lado, compraremos velcro en una mercería. Con pegamento permanente, fijaremos una parte de éste al extremo donde no hemos colocado la herradura y la otra, a la cara interior de la hebilla misma: Así podremos abrocharnos y desabrocharnos el cinturón sin romperlo. También podemos coser tiras de tela roja alrededor de la casaca. A través de éstas podemos introducir el cinturón y sujetarlo; otra opción es coserlo con hilo negro por todas partes excepto por la apertura de la chaqueta (ahí se sostendrá con el velcro).

Además, tendremos que hacernos con unas botas negras. Lo ideal sería que fuesen altas y cubriesen los bajos de nuestro pantalón. En ese caso, cabría rematarlas con tiras de algodón o de piel de cordero. Es más fácil coserlas al pantalón de forma que cuelguen por encima de la bota que fijarlas a ésta. Una vez nos hayamos puesto el calzado, podemos asegurarlas con pegamentos débiles, celo o bluetack; también podemos atarlas con imperdibles (¡cuidado!) a los cordones o hebillas de las botas. Si no tenemos unas botas negras, tendremos que conformarnos con unos zapatos oscuros.

Crea tu disfraz de Papá Noel: los detalles marcan la diferencia

En el post anterior  explicamos cómo construir la  base para nuestro disfraz de  Papá Noel. Sin embargo, y  aunque aprendimos cómo  hacernos con el traje básico,  si lo dejamos así, luciremos  un disfraz demasiado soso. Ha llegado el momento de  darle vida a nuestro gordinflón interior.

En primer lugar, vamos a necesitar algodón, cartulina roja y pegamento. Lo primero que tenemos que hacer es medir el contorno inferior de nuestra chaqueta. Al dato obtenido deberán sumársele cuatro centrímetros; por ejemplo, si la chaqueta mide 110 centímetros, la cifra con la que trabajaremos serán 114 centímetros. Esta será la longitud de la tira de cartulina que recortaremos. En cuanto al ancho de la cinta, depende de gustos, pero el tamaño idóneo oscila entre los 5 y 10 centímetros. Si la cartulina que tenemos no es lo suficientemente larga como para recortar una tira de esta logitud, un truco que podemos utilizar es grapar o pegar cuidadosamente varias más cortas para obtener el mismo resultado.

Igualmente, deberemos medir el contorno de las mangas de la chaqueta y escoger una anchura que se adecúe a nuestro gusto. En este caso, debemos incrementar en 2 o 3 centímetros el dato obtenido. Sin embargo, esta vez, aplicaremos el superávit a la anchura de la tira (en lugar de a la longitud).

Una vez que tenemos todas las tiras, debemos extenderlas en una mesa. Después, haremos bolitas de algodón y las pegaremos cuidadosamente sobre la cartulina. Intentaremos que no queden muchos espacios. En función de lo voluminosos que queramos que sean los bordes de nuestra chaqueta, podemos poner nuevas capas de bolas de algodón sobre la primera.

Cuando ya se ha secado el pegamento, tenemos varias opciones: en primer lugar, podemos pegar directamente con pegamento las tiras de cartulina a la chaqueta; o también graparlas por los bordes con mucho cuidado de no romperlas; una tercera opción consiste en coserlas con hilo blanco, de modo que podamos retirlas en el futuro sin demasiado esfuerzo. La longitud sobrante nos puede ayudar a engancharlas y asegurarlas por la cara interior de la prenta.

Si tenemos mucha prisa y no queremos andar pegando algodones, podemos pegar o coser directamente una tira de cartulina blanca, aunque no obtendremos un efecto tan vistoso. Por otro lado, si nuestro presupuesto es superior, podemos cortar directamente tiras de tela de piel de cordero sintética (en cualquier mercería las podemos encontrar) y coserlas.

Respecto a la chaqueta, cabe añadir pequeños toques, como un cuello de algodón elaborado por la estrategia que acabamos de explicar o conseguir en una mercería unos botones negros grandes y vistosos con los que ornamentar el abrigo de nuestro personaje. También podemos poner tiras de algodón o piel de cordero en las aperturas de la chaqueta.

Crea tu disfraz de Papá Noel: El traje

Por todos es sabido que encontrar un disfraz de Papá Noel es una de las cosas mas simples siempre y cuando dispongamos de un presupuesto acomodado. Tanto en tiendas de disfraces físicas como a través de la red podemos encontrar el equipamiento completo que nos transportará a ser un anciano bonachón portador de felicidad.

Sin embargo, precisamente en estas fechas, el presupuesto aprieta y no siempre tenemos la posibilidad de comprar uno de estos trajes. Por otro lado, y aunque existen opciones más económicas, como el alquier de disfraces, nada se puede equiparar a la diversión de construir nuestro propio atuendo. Apenas es necesario un poco de imaginación y tiempo libre para conseguir un disfraz completo y convincente.

Antes de crear nuestro disfraz personal, hemos de tener en cuenta los elementos que componen el icono de Santa Claus: un traje rojo y blanco con gorro, una larga barba blanca, botas y cinturón negro, saco de regalos y gafas.

Comenzaremos por el traje. En primer lugar, atenderemos a los pantalones. Debemos encontrar unos que sean amplios, a ser posible, de tela roja. Si no disponemos de ninguno en nuestro armario, podemos pasarnos por un mercadillo, donde habitualmente podemos adquirir artículos de calidad inferior aunque al mejor precio.

Si no conseguimos unos pantalones rojos a nuestro gusto, podemos partir de unos pantalones blancos viejos que ya no usemos y teñirlos en casa. Podemos teñir cualquier pantalón, pero la tela blanca es la que absorve mejor el tinte que querremos aplicar. En cualquier droguería y mercería de barrio, así como en la correspondiente sección del supermercado, existe un amplio abanico de tintes para ropa. Debemos hablar con el dependiente en cuestión, indicándole el tipo de tela que queremos teñir (algodón, lino, felpa, etc.). Éste nos recomendará el producto más acorde a nuestras necesidades.

En todo caso, lo mejor y más divertido será fabricarlos nosotros mismos. No necesitamos ser expertos costureros siempre y cuando dispongamos de una máquina de coser o paciencia con la aguja. Todo ello depende del tiempo que queramos emplear en nuestro disfraz. En Internet existen multitud de videos tutoriales sobre cómo construir prendas básicas (intentaremos reseñarlos en posts posteriores).

Por otro lado, debemos hacernos con una chaqueta bastante amplia. El procedimiento es similar al de los pantalones: podemos tenerla ya en casa, teñir una blanca, adquirir una económica o elaborarla nosotros mismos. Cualquier material vale siempre y cuando la chaqueta nos quede suficientemente holgada. Una vez que nos hemos hecho con estos elementos, habremos completado la primera fase de construcción de tu disfraz personal. No obstante, aún habrá que darle unos cuantos toques antes de poder decir que tenemos el traje de Papá Noel.

Santa Claus: La construcción del icono

Santa Claus es un icono. Como explicamos en un post previo, la figura del mismo parte de un personaje real del siglo IV, San Nicolás de Bari, de origen turco. Si bien en Europa este personaje fue ganando fuerza a través de los siglos, convirtiéndose en el responsable de entregar los regalos y los dulces navideños, el icono de Santa Claus es netamente americano.

La introducción de los renos, el trineo que surca los cielos y la bolsa con regalos, adentrándose por las chimeneas a las casas y dejando los regalos junto a los árboles navideños o en los calcetines, se efectuó ya en el Nuevo Mundo. Hasta entonces, Papá Noel había repartido los regalos a pie o montando a caballo. La historia de Mamá Noel y los duendes que fabrican los regalos en el Polo Norte fue escrita por estos mismos.

Clement Clarke Moore escribió en 1823 un poema que ofreció una imagen de Santa Claus en la que ya recogía algunos de estos nuevos elementos—como el famoso Rudolph—, sin embargo, aún le definía como a un enano o duende delgado, vestido de verde. Por otro lado, según las descripciones de la Inglaterra decimonónica, Santa Claus vestía un traje blanco con tonos dorados.

La introducción de los renos y su procedencia del Polo Norte, no se extendió hasta que Lomen Company creó un anuncio en el que introdujo tales conceptos. Con estas ideas publicitaron su marca contribuyendo a la construcción del icono que hoy envuelve nuestras fiestas.

En esta línea, en 1931, la corporación Coca-cola encargó a Habdon Sundblom que efectuase una dibujo de Santa Claus. El objetivo era crear un icono que llegase al pueblo con mayor facilidad, más humanizado y entrañable, con el propósito de apoyarse en éste para su campaña navideña. Y, en realidad, supuso todo un éxito. El carácter masivo de este anuncio hizo que el color rojo corporativo se asentase como definitivo y determinante. Y es que, el verde, aún siendo el color más habitual, por habérsele descrito en numerosas ocasiones como un duende, no era el único.

Debido a todo esto, la figura de Santa Claus, que hasta aquel momento, estaba presente como concepto difuso y más o menos variable, se convirtió en un icono ineludible para la cultura navideña occidental.

Gracias a esto, y a marchas forzadas, Santa Claus pasó a estar presente en todas partes. Y ahora, todos podemos convertirnos en el ancianito de los regalos con relativa facilidad. De hecho, el disfraz de Papá Noel es uno de los más comunes en Navidad, probablemente por su simplicidad. No hay nada más agradecido que disfrazarse de éste pues en seguida nos reconocerán como tal. Por otro lado, es bastante fácil de interpretar, lo cual es muy agradecido si nuestro objetivo al disfrazarnos es reirnos y disfrutar.

El origen de Papá Noel

Cuando las fechas navideñas se aproximan, el icono estético por excelencia, el que nos hace reconocer que pronto llegarán las cenas familiares, los regalos y las risas, es la figura de Papá Noel.

¿Quién no se ha probado alguna vez en su honor el típico sobrerito rojo con un pompón blanco en su extremo? ¿O quizá una barba suya?

El abuelito que los niños adoran llega con fuerza a todos los rincones de nuestra ciudad para asentarse allí unas cuantas semanas antes de la entrega internacional de regalos. Así, en los centros comerciales, comienzan las giras de Santa Claus. En cada centro, encontraremos a un señor vestido de rojo, con más o menos tino, dispuesto a recoger las peticiones de los niños que se acomoden en su regazo.

También, en las casas, a veces Papá Noel hace pequeñas visitas, especialmente el día de Nochebuena. Pero no sólo aquí: los christmas navideños recogen a nuestro personaje, e incluso los objetos inanimados, como árboles de navidad o los maniquíes de las tiendas de ropa se disfrazan del emblemático bonachón. Allá donde encontremos un gorro de Papá Noel, habrá llegado la Navidad.

No obstante, la imagen de Santa Claus: el típico traje rojo con botas negras, cinturón negro, barriga monumental, barba blanca, gafas redondas, sombrero y un enorme saco de regalos, es mucho más reciente de lo que puede parecernos.

En realidad, la historia de Papá Noel está inspirada en San Nicolás de Bari, un obispo proveniente de Patara, en Licia (actual Turquía). Nació en el siglo IV y, por lo que se cuenta, tenía un aspecto muy distinto al que hoy atribuímos a nuestro anciano navideño: era alto, desgarbado y extremadamente delgado. No obstante, el concepto del saco ya proviene de este personaje, pues en una ocasión le regaló a la hija de un vecino un saco de monedas de oro para pagar la dote que su padre no podía asumir.

Los testimonios que nos quedan de Nicolás de Bari afirman que fue un hombre sumamente generoso. Quedó huérfano a los 19 años y entregó su fortuna a los pobres, al tiempo que entró en la vida eclesiástica. Con el tiempo, llegó a ser obispo de Turquía, Grecia y Rusia y fue nombrado patrono de los marineros.

Debido a su entrega desinteresada, y a que murió en una fecha muy próxima a la Navidad (6 de diciembre) se consideró que era una figura ideal para ser el responsable del reparto de dulces y regalos en las fiestas navideñas. A partir de aquí, la tradición se extendió por Europa —fue venerado durante la Edad Media— , y con la emigración, en siglo XVII, a Estados Unidos.

Será ya en el continente americano donde se reformulará el concepto de Santa Claus y se convertirá en un producto de masas, añadiendole nuevos elementos y atribuyéndole su distintivo carácter icónico. Pero esa ya es otra historia.