Santa Claus: La construcción del icono

Santa Claus es un icono. Como explicamos en un post previo, la figura del mismo parte de un personaje real del siglo IV, San Nicolás de Bari, de origen turco. Si bien en Europa este personaje fue ganando fuerza a través de los siglos, convirtiéndose en el responsable de entregar los regalos y los dulces navideños, el icono de Santa Claus es netamente americano.

La introducción de los renos, el trineo que surca los cielos y la bolsa con regalos, adentrándose por las chimeneas a las casas y dejando los regalos junto a los árboles navideños o en los calcetines, se efectuó ya en el Nuevo Mundo. Hasta entonces, Papá Noel había repartido los regalos a pie o montando a caballo. La historia de Mamá Noel y los duendes que fabrican los regalos en el Polo Norte fue escrita por estos mismos.

Clement Clarke Moore escribió en 1823 un poema que ofreció una imagen de Santa Claus en la que ya recogía algunos de estos nuevos elementos—como el famoso Rudolph—, sin embargo, aún le definía como a un enano o duende delgado, vestido de verde. Por otro lado, según las descripciones de la Inglaterra decimonónica, Santa Claus vestía un traje blanco con tonos dorados.

La introducción de los renos y su procedencia del Polo Norte, no se extendió hasta que Lomen Company creó un anuncio en el que introdujo tales conceptos. Con estas ideas publicitaron su marca contribuyendo a la construcción del icono que hoy envuelve nuestras fiestas.

En esta línea, en 1931, la corporación Coca-cola encargó a Habdon Sundblom que efectuase una dibujo de Santa Claus. El objetivo era crear un icono que llegase al pueblo con mayor facilidad, más humanizado y entrañable, con el propósito de apoyarse en éste para su campaña navideña. Y, en realidad, supuso todo un éxito. El carácter masivo de este anuncio hizo que el color rojo corporativo se asentase como definitivo y determinante. Y es que, el verde, aún siendo el color más habitual, por habérsele descrito en numerosas ocasiones como un duende, no era el único.

Debido a todo esto, la figura de Santa Claus, que hasta aquel momento, estaba presente como concepto difuso y más o menos variable, se convirtió en un icono ineludible para la cultura navideña occidental.

Gracias a esto, y a marchas forzadas, Santa Claus pasó a estar presente en todas partes. Y ahora, todos podemos convertirnos en el ancianito de los regalos con relativa facilidad. De hecho, el disfraz de Papá Noel es uno de los más comunes en Navidad, probablemente por su simplicidad. No hay nada más agradecido que disfrazarse de éste pues en seguida nos reconocerán como tal. Por otro lado, es bastante fácil de interpretar, lo cual es muy agradecido si nuestro objetivo al disfrazarnos es reirnos y disfrutar.

El origen de Papá Noel

Cuando las fechas navideñas se aproximan, el icono estético por excelencia, el que nos hace reconocer que pronto llegarán las cenas familiares, los regalos y las risas, es la figura de Papá Noel.

¿Quién no se ha probado alguna vez en su honor el típico sobrerito rojo con un pompón blanco en su extremo? ¿O quizá una barba suya?

El abuelito que los niños adoran llega con fuerza a todos los rincones de nuestra ciudad para asentarse allí unas cuantas semanas antes de la entrega internacional de regalos. Así, en los centros comerciales, comienzan las giras de Santa Claus. En cada centro, encontraremos a un señor vestido de rojo, con más o menos tino, dispuesto a recoger las peticiones de los niños que se acomoden en su regazo.

También, en las casas, a veces Papá Noel hace pequeñas visitas, especialmente el día de Nochebuena. Pero no sólo aquí: los christmas navideños recogen a nuestro personaje, e incluso los objetos inanimados, como árboles de navidad o los maniquíes de las tiendas de ropa se disfrazan del emblemático bonachón. Allá donde encontremos un gorro de Papá Noel, habrá llegado la Navidad.

No obstante, la imagen de Santa Claus: el típico traje rojo con botas negras, cinturón negro, barriga monumental, barba blanca, gafas redondas, sombrero y un enorme saco de regalos, es mucho más reciente de lo que puede parecernos.

En realidad, la historia de Papá Noel está inspirada en San Nicolás de Bari, un obispo proveniente de Patara, en Licia (actual Turquía). Nació en el siglo IV y, por lo que se cuenta, tenía un aspecto muy distinto al que hoy atribuímos a nuestro anciano navideño: era alto, desgarbado y extremadamente delgado. No obstante, el concepto del saco ya proviene de este personaje, pues en una ocasión le regaló a la hija de un vecino un saco de monedas de oro para pagar la dote que su padre no podía asumir.

Los testimonios que nos quedan de Nicolás de Bari afirman que fue un hombre sumamente generoso. Quedó huérfano a los 19 años y entregó su fortuna a los pobres, al tiempo que entró en la vida eclesiástica. Con el tiempo, llegó a ser obispo de Turquía, Grecia y Rusia y fue nombrado patrono de los marineros.

Debido a su entrega desinteresada, y a que murió en una fecha muy próxima a la Navidad (6 de diciembre) se consideró que era una figura ideal para ser el responsable del reparto de dulces y regalos en las fiestas navideñas. A partir de aquí, la tradición se extendió por Europa —fue venerado durante la Edad Media— , y con la emigración, en siglo XVII, a Estados Unidos.

Será ya en el continente americano donde se reformulará el concepto de Santa Claus y se convertirá en un producto de masas, añadiendole nuevos elementos y atribuyéndole su distintivo carácter icónico. Pero esa ya es otra historia.