Disfraz de Muñeco de Nieve

Aprovechando que esta mañana se ha desatado la primera nevada navideña en Madrid, vamos a inspirarnos en los fenómenos meteorológicos para seleccionar el disfraz sobre el que hablaremos en el post del día.

La opción de vestirse de muñeco de nieve es, sin duda, original a la par que divertida. Además, puede ser elegida tanto por adultos como por niños, independientemente de su género; y, lo que es mejor, es muy sencillo a la hora de si deseamos ser nosotros mismos los que lo fabriquemos.

Como elemento básico, deberemos hacernos con unos leotardos de color blanco y una camiseta blanca de manga larga. La típica camiseta interior de algodón es una buena referencia. En lo que respecta a los leotardos, si somos adultos, puede que sintamos un poco de vergüenza si no nos ponemos nada más. Cuando nos disfrazamos debemos intentar sentirnos cómodos. De este modo, podemos suplir esta carencia, en el caso de las mujeres, con una falda blanca corta y, para los hombres, con unas bermudas del mismo color.

Una vez que disponemos de estos elementos, debemos coser a nuestra camiseta tres botones negros grandes. También nos pondremos unos zapatos de color negro.

En otro orden de cosas, sería interesante completar nuestro disfraz con un bombín de negro y una larga y colorida bufanda. También podemos cubrir nuestra cabeza con el típico gorro invernal. Si usamos un bombín y no nos importa estropearlo, podemos decorarlo con pintura acrílica. Dibujaremos puntitos que hagan las veces de los copos de nieve que continúan cayendo sobre el muñeco.

Una opción alternativa es recortar cuatro círculos de fieltro blanco en parejas, una de las cuales, sea más grande que la otra. En este caso, coseremos las parejas por los laterales, dejando aperturas para que podemos introducirnos dentro. El círculo de mayor tamaño se colocará bajo la cintura del muñeco de nieve, haciendo las veces de bola inferior, así como la más sobre el tronco de la persona que se va a disfrazar.

Para finalizar, deberemos prestar atención a nuestro maquillaje. No olvides ponerte crema hidratante sobre el rostro antes de aplicar la pintura. En primer lugar, cubriremos todo nuestro rostro y la parte visible de cuello con pintura blanca, de forma uniforme. A continuación, colorearemos nuestra nariz con pintura naranja, simulando una nariz de zanahoria. Por otro lado, si coloreamos nuestros párpados de color negro con maquillaje: sombra o oscura o lápiz para raya de ojos, simularemos botones.

Para finalizar, puedes atar unas ramas de árbol a tus brazos con gomas elásticas. Como la camiseta que llevas es de manga larga, no se verán las sujeciones. Si quieres, para disimular tus manos, puedes ponerte unos guantes blancos.

Un último consejo: sal a la calle y hazte una foto en una explanada nevada para inmortalizar la navideña estampa de tu disfraz.

Maquillaje de hada

Una buena excusa para disfrazarse de hada, es la cena de nochevieja. Si vas a acudir a una fiesta, podría ser divertido aparece con las alas que describimos en el post anterior. Junto con ellas, un buen maquillaje puede lucir tu disfraz enormemente. Por esta razón te ofrecemos una propuesta para que completes tu atuendo mágico.

En primer lugar, debes aplicar una base de maquillaje en el ojo y en el extremo externo de éste, sobre la mejilla. En su lugar, puedes aplicar directamente pintalabios mate rojo o rosa y difuminarlo. Sobre esto hemos de añadir sombra de ojos de un tono similar. Para ello, hemos emplear un lápiz plano eliminando, de forma previa a la aplicación, el exceso de sombra.

A continuación toma una sombra verde para combinarla con la base creada. Comienza desde la línea externa del ojo, moviéndote después hacia dentro para darle forma al pliegue. Pinta sobre el rosa en el rabillo del ojo y después aplica el verde sobre el párpado, configurando una línea difuminada más suave.

Prosiguiendo con las sombras, necesitarás un color claro o champagne. Esta sombra la aplicarás sobre la línea verde superior y se extenderá en dirección ascendente hasta parte inferior de la ceja. Aprovecha para peinar y darle forma a tus cejas. Después, pinta la raya superior de tu ojo, a ser posible con un pincel. Para rematar el extremo de base, sigue la línea inferior de tu ojo hacia arriba. Con un pequeño triángulo, podrás conectar las líneas de la base y la sombra de tu ojo. Ponte máscara de pestañas o hazte con unas postizas.

Para completar el maquillaje de tus ojos, agrega lápiz blanco en la línea del lagrimal, a modo de raya inferior y un punto de luz en la esquina interna del ojo con este mismo accesorio. Con un poco de brillo labial de colores y mucho cuidado, puedes repasar esta línea. No obstante, hazlo por la parte exterior.

Después, cubre tus ojeras e imperfecciones del resto de tu cutis con una base líquida y polvo a continuación. Más adelante, píntate unos ligeros coloretes con una brocha: aplica polvo de color rojo o rosa sobre los pómulos y difumina el color con una esponja. Si lo deseas, puedes ampliar la zona de aplicación por el contorno de tu cara, en dirección ascendente, hasta el extremo de tu frente. Sobre el colorete, aplica purpurina o polvos brillantes. Puedes completar tu maquillaje con lentejuelas empleando pegamento.

Plantéate un maquillaje asimétrico: queda mucho más bonito que uno de los lados de tu cara esté más recargado que el otro; incluso, que uno de ellos conserve apenas la base y correspondiente sombra sobre el párpado, pero nada en la mejilla.

Para finalizar, pinta tus labios y rematalos con brillo.

Y, por supuesto, ofrece a tu maquillaje un toque personal. Por ejemplo, una flor sobre tu pelo, o puede que algún toque navideño, como una ramita de muérdago.

Disfrázate de hada por Navidad

Aunque el disfraz de hada no responda a la clásica mitología navideña, en estas fechas es muy común disfrazarse de este personaje. Por un lado, bastará con que consigáis un vestido fino de tirantes y unos zapatos o sandalias bonitos. Pero la clave de este disfraz, y aquello en lo que nos vamos a centrar, son las alas.

En primer lugar, tenemos que hacernos con un alambre grueso (blanco a ser posible) que pueda moldearse con nuestras propias manos.

Con éste configuraremos el esqueleto, es decir, el contorno, del ala. Es importante que por ambos extremos nos sobren algunos centímetros, que deberán coincidir con la parte inferior del ala. Cuando hayamos obtenido la forma deseada, los enrollaremos y aseguraremos con cinta de carrocero u otro material similar. Ya fijados, si el alambre sobrante es demasiado largo, lo cortaremos con unos alicates. En este punto tenemos dos opciones: crear apenas dos alas simétricas o construir alas dobles, para lo que necesitaríamos cuatro esqueletos de alambre.

El siguiente paso es bastante sencillo: para ello necesitaremos unas medias blancas o calcetines ejecutivos del mismo color. Introduciremos cada esqueleto en una media, de forma que la tela quede tirante y aporte consistencia al conjunto del ala.

A continuación, haremos agujeritos de diversos tamaños en los bordes de las alas. Una buena técnica es quemando las medias con un objeto caliente (nunca directamente con fuego): podéis encender una cerilla y aprovechar el calor que aún desprende cuando está recién apagada; o con barritas de incienso.

Una vez habéis terminado con esto, ha llegado el momento de dibujar. Con un rotulador podéis marcar unas referencias o hacer formas como estrellas o círculos. Cuando estéis satisfechos, debéis colorear el ala con pintura acrílica y pinceles de diferentes tamaños. Si vuestra idea es disfrazaros de hada navideña, quedaría muy bien que emplear tonos dorados y plateados con colores verdes o rojos. No obstante, conviene que tener en cuenta el tono del vestido que os vais a poner junto con las alas. Recordad que no es necesario que coloreéis el ala completamente: unos austeros ornamentos pueden ser mucho más bonitos que un ala completamente recargada.

Cuando la pintura se ha secado, puedes rematar tu creación con purpurina, lentejuelas o tachuelas que pegaremos con cola de contacto.

Para terminar, uniremos las alas entre sí con cinta de carrocero, fijándolas bien. Después, la disimularemos cubriéndola con una cinta de color grisáceo anudando una ristra de lazos de colores largos y finos en este punto. También podemos pegar flores u ornamento varios, como mariposas hechas con cartulina de colores.

¡Y ya ha llegado el momento de disfrazarte!: cóselas a tu vestido y luce tus alas a la altura que más te guste.

Navidades sexys, ¿por qué no?

Aquí tenemos un ejemplo de versión sexy de la Señora Claus

Llegadas las fechas Navideñas, en la calidez de nuestros hogares, damos rienda suelta a nuestra creatividad. Decoramos nuestras casas, cantamos villancicos, nos esmeramos en la elaboración de platos suculentos y exprimimos nuestros recursos para sorprender a nuestros seres queridos con sus regalos. Igualmente, el buen ambiente generado y el tiempo libre, nos permiten mimarnos a nosotros mismos un poquito más que de costumbre. No sólo nos permitimos pequeños o grandes caprichos que no solemos darnos durante el resto del año, sino que nos cuidamos un poquito más. Buscamos prendas bonitas para lucir en las fechas señaladas, cuidamos nuestro cabello y nos maquillamos con esmero. Todo este mecanismo no tiene por qué vivirse como una espiral de derroche consumista. Podemos aprender que lo que estas fechas encierran es un juego.

Hablando de juegos, el primero por excelencia, es el del disfraz. Cuando éramos niños, jugábamos a interpretar roles que no nos pertenecían: indios, papás, profesores, brujas, princesas, robots, piratas o cualquier cosa que se nos ocurriese.

Una gran señal de que la Navidad es un gran juego en el que todos participamos es nuestra tendencia a disfrazarnos. No sólo los niños, los adultos, también participamos, aunque en menor medida, en esto. La Navidad construye en nuestros hogares un paraje atípico. Y lo bueno que tiene es que nos da la posibilidad de volver a jugar. Por unos días, a los mayores se nos permite retomar la alegría y emoción que se borró con el paso de los años y el acoso de las responsabilidades de la vida adulta. Y, ¿por qué no aplicar estas novedades al dormitorio?

Por todos es conocido la imagen de la típica Señora Claus sexy. Para elaborar este disfraz basta con hacernos con un gorro de Papá Noel y cualquier prenda roja: un camisón, un conjunto de lencería o una minifalda y una camiseta sugerente. Después, podemos completarlos con unas botas negras o rojas, a gusto del consumidor o incluso con unos zapatos de tacón alto.

Sin embargo, no es muy corriente encontrar la versión sexy de Papá Noel. No obstante, muchos padres se disfrazan del emblemático bonachón para jugar con sus hijos. Y yo me pregunto, ¿por qué no hacer un uso 2×1 con nuestro disfraz? Nuestra pareja también tiene derecho a llevarse su parte.

Si tenemos un disfraz de Papá Noel, basta con que nos quitemos el traje, nos dejemos el gorro y nos pongamos ropa interior roja. Por otro lado, podemos emplear el saco de los regalos de Papá Noel para introducir productos íntimos con los que agasajar a nuestro compañero: jabones, cremas para masajes, velas, juguetes sexuales, etc. Todo es investigar, quizá nos guste, quizá no. En todo caso, es una oportunidad perfecta para reírnos disfrazados.

El origen de Papá Noel

Cuando las fechas navideñas se aproximan, el icono estético por excelencia, el que nos hace reconocer que pronto llegarán las cenas familiares, los regalos y las risas, es la figura de Papá Noel.

¿Quién no se ha probado alguna vez en su honor el típico sobrerito rojo con un pompón blanco en su extremo? ¿O quizá una barba suya?

El abuelito que los niños adoran llega con fuerza a todos los rincones de nuestra ciudad para asentarse allí unas cuantas semanas antes de la entrega internacional de regalos. Así, en los centros comerciales, comienzan las giras de Santa Claus. En cada centro, encontraremos a un señor vestido de rojo, con más o menos tino, dispuesto a recoger las peticiones de los niños que se acomoden en su regazo.

También, en las casas, a veces Papá Noel hace pequeñas visitas, especialmente el día de Nochebuena. Pero no sólo aquí: los christmas navideños recogen a nuestro personaje, e incluso los objetos inanimados, como árboles de navidad o los maniquíes de las tiendas de ropa se disfrazan del emblemático bonachón. Allá donde encontremos un gorro de Papá Noel, habrá llegado la Navidad.

No obstante, la imagen de Santa Claus: el típico traje rojo con botas negras, cinturón negro, barriga monumental, barba blanca, gafas redondas, sombrero y un enorme saco de regalos, es mucho más reciente de lo que puede parecernos.

En realidad, la historia de Papá Noel está inspirada en San Nicolás de Bari, un obispo proveniente de Patara, en Licia (actual Turquía). Nació en el siglo IV y, por lo que se cuenta, tenía un aspecto muy distinto al que hoy atribuímos a nuestro anciano navideño: era alto, desgarbado y extremadamente delgado. No obstante, el concepto del saco ya proviene de este personaje, pues en una ocasión le regaló a la hija de un vecino un saco de monedas de oro para pagar la dote que su padre no podía asumir.

Los testimonios que nos quedan de Nicolás de Bari afirman que fue un hombre sumamente generoso. Quedó huérfano a los 19 años y entregó su fortuna a los pobres, al tiempo que entró en la vida eclesiástica. Con el tiempo, llegó a ser obispo de Turquía, Grecia y Rusia y fue nombrado patrono de los marineros.

Debido a su entrega desinteresada, y a que murió en una fecha muy próxima a la Navidad (6 de diciembre) se consideró que era una figura ideal para ser el responsable del reparto de dulces y regalos en las fiestas navideñas. A partir de aquí, la tradición se extendió por Europa —fue venerado durante la Edad Media— , y con la emigración, en siglo XVII, a Estados Unidos.

Será ya en el continente americano donde se reformulará el concepto de Santa Claus y se convertirá en un producto de masas, añadiendole nuevos elementos y atribuyéndole su distintivo carácter icónico. Pero esa ya es otra historia.